Teatro El Convento
Desde el año 1996 la compañía Teatro El Convento y su sala forman parte del
circuito teatral de Buenos Aires. Tenemos como sede el edificio del Convento
Grande de San Ramón Nonato de Buenos Aires (Orden Mercedaria),
declarado monumento histórico, situado en el corazón de la ciudad (Reconquista
269 - CABA) que data del año 1601; donde realizamos una intensa actividad
teatral.
Hemos trabajado en distintos teatros privados y oficiales de Argentina,
Uruguay, Chile, Brasil y España. Nuestro repertorio está integrado, en su mayoría,
por obras del teatro clásico; en especial, por las que forman parte de la edad
media, renacimiento y barroco. Para comunicar textos escritos hace siglos fue
oportuno concentrar nuestra actividad en la búsqueda de formas escénicas donde
todos los elementos del arte teatral fueran respetados: El texto, la puesta en
escena, la actuación.
De esta manera hemos elaborado, a lo largo de estos años,
puestas inspiradas en el arte escénico de la época en que se gestaron las obras
(el cuadro vivo, los escenarios simultáneos, el truco escénico.); pero también, las
fusionamos con formas disímiles que van desde el No japonés al de tensión-
relajación de Marta Graham; y hemos experimentado con técnicas
cinematográficas.
Hemos concebido la puesta en escena como una coreografía,
priorizando la sincronización en la construcción colectiva de movimientos en
constante simbiosis fondo-primer plano. Dotamos a la actuación del énfasis que
exige el texto clásico. Priorizamos la palabra a través del verso o la metáfora,
rescatando la belleza de nuestro idioma.
Construimos los personajes de las
tragedias con economía de recursos y remarcamos la caricatura en la comedia.
Vulneramos la estabilidad del actor con múltiples transformaciones realizadas de
manera inmediata. También hemos formulado nuestro concepto de la iluminación,
el vestuario y la escenografía para señalar modos y transiciones a lo largo de cada
obra.
El fin que persigue nuestra compañía es llevar a escena la poderosa crítica
cultural de naturaleza atemporal que encierra un texto. Ese es para nosotros el
sello del teatro clásico, la sustancia que lo vuelve eterno. No incumbe a un solo
hombre, sino a todos los hombres. Pero creemos también que la inmortalidad de
una obra no se encuentra en sus infinitas repeticiones, intentando reconstruir
épocas pasadas, sino en la capacidad que tengamos para capturar los tiempos y
lugares en los cuales vuelve a renacer.
Martín Barreiro.